El eclipse es un instante en el que se unen la luz y la oscuridad. Puede entenderse como el cruce de opuestos pero también como la unión complementaria de estos. El ying y el yang de los orientales; lo bueno y lo malo de los indios americanos; el cielo y la tierra de los primitivos maoríes... O lo cóncavo y convexo con lo que soñamos. Instantáneas de un mundo perdido, utopías, logros y fracasos, dialogan en estas historias mínimas de esperanzas grandes.

lunes, 3 de mayo de 2010

Hoy es siempre todavía


"Brindemos que hoy es siempre todavía", escribió el poeta; y reprodujo Ismael Serrano en su Ahora. "Todos los incurables tienen cura/cinco segundos antes de la muerte", inmortalizó el genial Almafuerte. Y Eduardo Galeano nos alienta en su Utopía a seguir lo inalcanzable para tener un motivo y sentirnos vivos.
De ahí que sin necesidad de recurrir a Coelho u otros maestros de la industria editorial de autoayuda, uno siempre apuesta a las segundas oportunidades en la vida. Y por esto se asume cada relación humana, de pareja o de amistad, con fuerzas y entrega únicas; así, si se sufre la derrota en el camino, la sentimos realmente para tener la tranquilidad y la dignidad de darnos otra oportunidad, transcurrido el tiempo necesario para entender errores pasados lógicamente.
Una vez saqué boleto en el Titanic: promisoria pareja, dos empleos, techo propio y proyectos mutuos. Pero por obstinación del capitán y displicencias compartidas, no se vio venir el iceberg. Se disparó a la zona más lejana del golpe; como una negación de la catástrofe, que el agua llegara lo más tarde posible. Los rincones del cariño, la pseudoamistad, la complementación de personas, las bondades, el camino recorrido y otros tantos etcéteras, fueron vanos intentos para evitar calzarse los salvavidas individuales e ir al mar, lo cual finalmente se dio; para nunca volver a lo de antes, pero conservar un enorme cariño, inentendible para quienes ven el futuro sólo renegando del pasado.
El mar de lo Incierto no es profundo; se ve el fondo con claridad, pero como quien siente vértigo, puede seguir si no mira abajo. El problema son las olas y las corrientes inconstantes. El trozo de madera que es nuestra balsa y nuestro mundo se acerca a distintas orillas e islas, pero en ninguna se detiene por siempre. Conoceremos otros náufragos en tierras lejanas. Pero nadie se aferrará a nuestra madera; son personas que ya no tienen miedo y vuelven a soñar con la seguridad del Titanic. Tal vez nos enamoremos en alguna excursión; y tengamos que macharnos resignados, con nuestra madera sin proa por remolinos de nostalgia.
Cada ola que viene entusiasma. Te saca del sopor y te eleva, te muestra una orilla en la que descansar. Y nuevas ilusiones alientan nuestra balsa imaginaria. Tal vez una mano, producto de otros tantos naufragios, surja trémula en tierra firme.
Por lo pronto, las heridas de la soledad soportan la salitre del mar. Y el único calor posible es el sol en un eclipse perpetuo. Y las noches con las estrellas de confesoras. A levantar la copa. Brindemos que hoy es siempre todavía.

1 comentario:

  1. "Hoy es siempre todavía", que manera poética de describir exactamente lo que vivimos durante la estadía en este plano, aunque a veces no nos demos cuenta, aunque a veces queramos quedarnos para siempre...el mar siempre está en movimiento, y el movimiento es nuestra morada...me encantó...Juli

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