El eclipse es un instante en el que se unen la luz y la oscuridad. Puede entenderse como el cruce de opuestos pero también como la unión complementaria de estos. El ying y el yang de los orientales; lo bueno y lo malo de los indios americanos; el cielo y la tierra de los primitivos maoríes... O lo cóncavo y convexo con lo que soñamos. Instantáneas de un mundo perdido, utopías, logros y fracasos, dialogan en estas historias mínimas de esperanzas grandes.

lunes, 10 de mayo de 2010

Dioses y diosas

Era de madrugada. Estaba charlando con amigos afectados por abandonos en el pasado y por varias botellas de tinto en el presente.
Una planteó que el principal problema de las parejas surge cuando los hombres disocian la figura de la esposa-madre-compañera que tienen en la casa, con la de hembra-perra que debe satisfacerlos y hacerlos sentir plenos en la cama.
Obviamente los hombres presentes tuvimos que salir en defensa del género negando la acusación, y aclarando con énfasis propio de un discurso de Fidel Castro que para nosotros “todo no era sexo”, y rematamos que “hay un montón de cosas más” a valorar, aunque no mencionamos ni una sola porque era muy larga la lista.
Coincidimos en que la situación genera dilemas. Recordé el “Corazón loco” del gitano Cigala, que cuenta con lamentos esta historia: “Una es el amor sagrado/compañera de mi vida/esposa y madre a la vez…y la otra es el amor prohibido/complemento de mis ansias/y a quien no renunciaré…y ahora ya pueden creer/ cómo se pueden querer dos mujeres a la vez…y no estar loco”.
Al otro día, mientras me recuperaba de la resaca del tinto y disfrutaba de una nueva derrota de Boca, recordé algo de la mitología griega. Me vino a la mente la figura de Hestío, la diosa del hogar que tenía asignada la tarea de alimentar el fuego diario y hacer la comida en el Olimpo. Alimentaba y tenía confortables a Zeus y demás malandras que vivían enamoradizos de otras diosas o embarazando mortales en cuanto contubernio veían.
Un día Dionisio, el dios del desenfreno, la fiesta y la vitalidad lujuriosa le reclamó a Zeus un lugar en el Olimpo, argumentando sus logros en la tierra. Pero el cupo de deidades ya estaba completo y se armó lío entre todos los dioses. Dionisio amenazó con hacer quilombo. Entonces Hestío se ofreció a abandonar su banca. Y el bardero logró su reconocimiento.
Como mitología es un conjunto de metáforas y alegorías que no se pueden leer de forma literal, la lección de esta historia puede ser que la lujuria y el desenfreno pasional suelen ser incompatibles con la tranquilidad y el cuidado del hogar. Y el modelo de mujer Susanita choca con la onda “Living la vida loca”.
Pero después caí en la cuenta de que en la mayoría de los matrimonios la mujer es la que se harta; y es la que tiene más coraje para irse. Tal vez porque una sola letra separa a Hestío de la palabra “hastío”.
No en vano el filósofo bahiense Zambayony canta en “Las tres cosas de la vida” algo así: “si tenés una muñeca que te besa y te cocina/olvidate de otros culos de otras tetas/de tus planes de soltero/que en verdad nunca ocurrieron”.
Tómese esto como una reivindicación a la nena juguetona, la soñadora, la perra, la cocinera, la emancipada, la frustrada, la profesional no reconocida, la trabajadora, la desocupada, la que no esquiva el babidol pese a sus kilos de más. Y tantas otras. Todas ellas son mujeres, un mal necesario, dulce condena ante cualquier delito.

1 comentario:

  1. Ja, déjennos ser completas...no saben todo lo que hay por descubrir...no hagan de dos mujeres una...

    ResponderEliminar