El eclipse es un instante en el que se unen la luz y la oscuridad. Puede entenderse como el cruce de opuestos pero también como la unión complementaria de estos. El ying y el yang de los orientales; lo bueno y lo malo de los indios americanos; el cielo y la tierra de los primitivos maoríes... O lo cóncavo y convexo con lo que soñamos. Instantáneas de un mundo perdido, utopías, logros y fracasos, dialogan en estas historias mínimas de esperanzas grandes.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Mundo de contradicciones



Se vive en el mundo de las contradicciones. Los países que encabezan los rankings de exportación de alimentos tienen los mayores índices de desnutrición y pobreza.
Las naciones con mayores tasas de crecimiento en los últimos años son las que generan alimentos o energía; no tenían lo suficientemente desarrollados los mecanismos de interdependencia con el mercado especulativo financiero para que las afectara la crisis de las hipotecas.

Las que exportan comida tienen grandes extensiones de tierra en pocas manos, ocupadas mayormente en holdings internacionales de siembra y herbicidas. Las que generan petróleo están en suspenso de hipótesis de guerra, ya fueron ocupadas en guerra o se aliaron a los invasores para sobrevivir.

Los países “desarrollados” sucumben en crisis bursátiles; sus habitantes miran con temor los tableros de led de las bolsas. Los países "subdesarrollados" sólo miran el cielo, para que llueva lo indicado en la temporada justa. El primer grupo en su paganismo glorifica al dios mercado sin producción; y los otros deifican al trueno y la madre tierra para producir cada vez más sin saber lo que es el mercado. En el mundo, la comida es de quien la puede pagar; ni siquiera de quien la produce.


Una ecuación signada por variables hipócritas sostiene el crecimiento sostenido de la producción de alimentos en los países pobres. Grandes extensiones de tierra en pocas manos, explotación a destajo de la mano de obra, utilización de agroquímicos y pesticidas sin control hasta el envenamiento de la tierra y el agua y gobiernos que sólo regulan los ingresos por exportaciones que permiten cuentas con superavit.


Mientras tanto, en una esquina cualquiera de una ciudad signada por las inequidades sociales y la exclusión, se pregona atesorar lo que se compra y combatir al que pretende arrebatarlo. Y los medios dan consejos para esquivar calles cortadas por reclamos sociales. Se tiene miedo al pobre, cuando el fantasma es la pobreza.

En el siglo XXI las zonas rurales de América Latina asisten al regreso de enfermedades del siglo XIX, y la desnutrición y las tasas de mortalidad infantil se mantienen, sobre todo en las comunidades de pueblos originarios. Eso es pobreza. Pero los países tienen tasas de crecimiento récord. El consumo se expande como una gran aspirina recetada para un cáncer.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Búsqueda y naufragio



No importan las historias inconclusas que ella tenga; uno sólo quiere ser su final. He de ignorar las madrugadas sin paz en pos de ser su amanecer. Y si le pesa el pasado, habré de aliviar su presente para soñar un futuro. Tan lejana como la utopía; tan cerca como la desesperanza; tan permanente como la memoria; tan oculta como el aliento diario; tan en vano...
Más temprano que tarde uno comprende no ser necesario para curar heridas donde el tiempo hace lo mismo y mejor. Y tampoco ser indispensable para dar fuerzas esporádicas cuando los sueños logran lo mismo de forma sostenida. Se trata de comprender las limitaciones y la vida misma. Lograr una extraña ubicación que muestra la finitud de la existencia.
Mientras tanto, se desangran nuestras voluntades en una búsqueda sin encuentros. Cuando la salvación es el encuentro sin búsqueda. La mayoría encalla en el puerto del conformismo; y unos pocos naufragan sin brújula, con la misma hidalguía de la botella en el mar, que deja su mensaje de auxilio en manos del destino y las olas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Sin culpa


Caricias a tientas en la noche azabache y gélida. La ceguera de la pasión es apenas ayudada por la luz de los leños que crepitan atenuando los jadeos. Una aguja taladra un cuerpo al ritmo del segundero; pero los relojes se han parado en esa habitación sin tiempo. Se deshacen en suspiros y se rehacen en caricias. Guerreros transpirados de una batalla sin vencedores ni vencidos. Sus cuerpos se consumen en la entrega hasta sepultar toda culpa. Almas felizmente perdidas. Cuando se descubran absorbidas por la razón del hombre, todo habrá terminado; llorarán por la locura animal de tiempos pasados.