Vestido con buen abrigo
un día te sientes desnudo
y en el desierto perdido,
pues nada es lo que pudo.
Al principio niegas verdades
y dudas de los juramentos,
para evitar las veleidades
que te hunden en lamentos.
La acompañas por la acera
pero cual espectro te hallas;
si no eres lo que ella espera
hasta como sombra le fallas.
Y te vas cuando al abrazarla
el frío de la nada le ganó
la lucha al deseo de besarla,
que en otro tiempo reinó.
Por aquellos buenos días
levantamos la última copa;
y unas caricias en letanías
se escaparon entre su ropa.
Con sol, otra será su sombra
en frío, otro brazo será calor
y mi soledad guiará el reloj.
Frente a frente: E. Bunbury
No hables desde la suposición. Me han lastimado tanto que ya no creo en nadie y ni ganas me dan de salir. No hablo desde el resentimiento, hablo desde la nada. Y esta frío y vacío el otoño o su antagónica primavera europea.
ResponderEliminarYa no queda más que eso la absoluta nada.
Besos
Perdón por las generalizaciones, es sólo una licencia creativa que uno se toma cuando no lo comprenden, y se siente solo queriendo entender por qué quienes han pasado por nuestra vida no nos conocieron o lo hicieron a medias, con entregas simuladas o con desconfianza que no permitió construir -situación algunas veces merecida hay que admitirlo- y terminamos asimilando la soledad como una dolencia congénita, un lindo callo en el alma, que sólo se atenúa siendo bufón del reinado de la hipocresia que vivimos (creen que me divierto con ellos, pero me río de su sistema)
ResponderEliminarUn beso y gracias de nuevo