El eclipse es un instante en el que se unen la luz y la oscuridad. Puede entenderse como el cruce de opuestos pero también como la unión complementaria de estos. El ying y el yang de los orientales; lo bueno y lo malo de los indios americanos; el cielo y la tierra de los primitivos maoríes... O lo cóncavo y convexo con lo que soñamos. Instantáneas de un mundo perdido, utopías, logros y fracasos, dialogan en estas historias mínimas de esperanzas grandes.

domingo, 29 de agosto de 2010

Como las golondrinas



En un lugar del mundo empiezan a tapizar el suelo las primeras hojas. Y aquí las golondrinas comienzan su desembarco en los huecos de los techos;llegan a los nidos en los que nacieron el verano pasado, con una sabiduría natural admirable. El primer descanso en esos huecos dura varias horas, como quien acondiciona rincones vacíos pidiendo perdón por la ausencia.
Con el mismo ánimo de las golondrinas, un día volveré a buscarte en aquella vieja plaza de acera humedecida y lajas sucias con pintadas adolescentes en aerosol. En el mismo lugar donde te besé te pediré perdón niña mía. Perdón por lo que no te dí pudiendo y lo que te dí sin querer. Por el resplandor de los sueños postergados por una realidad opaca. Por las sonrisas que hice guardaras para otras pupilas. Por los cafés no tomados para estar despierto mientras dormías y velar tu sueño. Por el cansancio en mis pies cuando querías te siguiera. Por viajar tanto a tu lado pero sin volar juntos. Por luchar por darte sin brindarme. Por no estar cuando me necesitaste...
Tanto deberé disculparme, que se irá el verano en mis desvaríos. Nuevas crías de golondrinas partirán recordando su lecho natal. Pronto las hojas secas empezarán a cubrir el suelo. Y soñaré que nuestros pies hacen crujir juntos el tapiz. Tal vez ya no me despierte solo en el invierno.

lunes, 16 de agosto de 2010

Tarde


Qué tarde te busqué. Qué tarde te descubrí. Qué tarde te pensé. Y más tarde te soñé. Cuando el piélago del atardecer se cierne sobre nuestros destinos, caí en la cuenta. Cuando se bifurcan los caminos que una vez estuvieron unidos lo entendí.
Yo jugaba y tú razonabas. Después yo pensaba y tú soñabas. Cuando yo soñé ya habías huído a otros brazos. Siempre tarde. Pero en definitiva tras de tí. Pensando en tú felicidad hasta renunciar a la mía si es preciso.
Cuando finalmente te vea sonriendo a otras pupilas y descansando en otro pecho, todo habrá terminado. Se habrá acabado el atardecer de nubes sanguíneas y lágrimas tíbias. Llegará la noche. Dormiré en paz. Tal vez sea tarde para amanecer.

jueves, 12 de agosto de 2010

En el mismo lugar


El hombre es el único ser cuyo cansancio de caminar no es proporcional al espacio recorrido.
Un día siente pesar en las piernas y las rodillas flaquean al peso del cuerpo. Decenas de paisajes, centenares de personas y miles de instantes son su mochila. Es el momento en que decide descansar. Pero inexplicablemente, mientras repasa lo vivido y repone fuerzas, suele concluir que sigue en el mismo lugar del que partió hace mucho. La única diferencia es que ahora está cansado y antes no.
Se siente como un preso del horror huyendo a su propia sombra; una sombra que pueden ser temores, relaciones irresueltas, culpas autoimpuestas o meras insatisfacciones. Ahí, el hombre suele consolarse diciendo que por lo menos le queda la experiencia, la riqueza de lo vivido, aunque siga encallado en muelles de ríos sin vientos para zarpar. Y del consuelo pasa a la felicidad, pues comprende que el viaje emprendido hasta agotarse fue una anestesia ante el dolor. El verdadero dolor de estar siempre en el mismo lugar, con la misma sombra y el sopor de lo inevitable. Decidió esquivar el hastío, jugar a los dados con la incertidumbre, aventurarse en entregas a tientas, humedecer tantos pañuelos con despedidas como sábanas con reencuentros sin parar en nada, pues el objetivo era huir.
Luego de la comprensión en silencio, el hombre se levanta lentamente, hasta que sus rodillas dejan de temblar. Deja de mirar el suelo que llama a rendirse para clavar la mirada en el sol y luego desafiar el horizonte como quien busca una utopía.
Al fin y al cabo, muchas veces la vida se empeña en demostrar lo que reza la chacarera de Trulenque y Carabajal: “Fue mucho mi penar andando lejos del pago/ Tanto correr pa llegar a ningún lado/ y estaba donde nací lo que buscaba por ahí”. Pero no siempre es así. Si la muerte, que dura tan poco, era considerada por Peter Pan una aventura, sería una picardía no considerar así a la vida: una aventura.

lunes, 2 de agosto de 2010

Mujer

Ya no juegas a ser mujer sino a ser niña
Entre juguetes de tus hijos por el suelo.
Las noches sin dormir, jaqueca y llanto
Ya no son en la disco sino en la cocina.
No acaricio las grietas de tus manos secas
Recorro el tenaz esfuerzo que las forjó.
No miro los surcos entre tus ojos y tu pelo
Sino la experiencia que sembraste en ellos.
Tu carcajada suena a derrota y esperanza
como tus labios saben a azúcar y hiel.
Hoy encallo en tus pupilas en sosiego
En honor a la lucha que les dio la calma.