Como aquellos barcos de papel
Que zarparon en alcantarillas
Cuando la inundación golpeaba
Las puertas de nuestras casas
Para salvarnos de la escuela
Llega un día en que la entrega
De chocolates, rosas y besos
Es flota de naves a la nada
Despedidas por los pañuelos
Húmedos de llantos pasados.
Quizá sean en vano las flores
Que sobrevivan inviernos
Para quien quiere un jardín
De recuerdos anhelando
Que todo no esté marchito
Como los barcos hundidos
En alcantarillas del tiempo.
Otras esperanzas le pedirán
Lo que ella aún no puede dar
Por rendir culto al olimpo
De los dioses del pasado.
Si todo esfuerzo es inútil
Frente al amor del regreso
No estará mal la batalla
Pues será logro el proceso
De arriesgarme cada día
Con el destino incierto
Como bandera en la proa
Y el viento a la espalda
Como condena para seguir.
Hay corazones sin dueño,
ResponderEliminarque no tuvieron nunca la oportunidad
de regir como un péndulo casi atroz
el laborioso espasmo de la carne.
Hay corazones de repuesto,
que esperan sabiamente
o por quién sabe qué mandato
el momento de asumir su locura.
Hay corazones sobrantes,
que se descuelgan como puños de contrabando
desde la permanente anomalía
de ser un corazón.
Y hay también un corazón perdido,
una campana de silencio,
que nadie sin embargo ha encontrado
entre todas las cosas perdidas de la tierra.
Pero todo corazón es un testigo
y una segura prueba
de que la vida es una escala inadecuada
para trazar el mapa de la vida.
ROBERTO JUARROZ