El amor se asocia con la lucha
traducida en entrega diaria
y renunciamientos voluntarios.
Pero centrarlo ahí quita el placer
de ser feliz por lo que se recibe
con la presencia y los abrazos
que desgarran la rutina en besos.
Se trata de no vivir por y para otro
sino por ambos complementados
cada mañana, atardecer y noche.
Aunque fijar medidas no sirve
para determinar luchas estériles
un reloj interno nos las marca
cuando somos rueca en la nada
al resignar tiempo, sueños y vida
desempolvando ideales truncos.
Es difícil regar árboles de antaño
que fueron arrasados por otoños
resecados por inviernos de soledad
y olvidó sucitar la primavera.
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