El eclipse es un instante en el que se unen la luz y la oscuridad. Puede entenderse como el cruce de opuestos pero también como la unión complementaria de estos. El ying y el yang de los orientales; lo bueno y lo malo de los indios americanos; el cielo y la tierra de los primitivos maoríes... O lo cóncavo y convexo con lo que soñamos. Instantáneas de un mundo perdido, utopías, logros y fracasos, dialogan en estas historias mínimas de esperanzas grandes.

jueves, 19 de junio de 2014

La deuda y el niño con el vidrio en la mano


Por Eduardo Capdevila

Por estas horas el gobierno argentino y los dirigentes opositores centran su debate en el conflicto con los acreedores externos. El 93% de reducción de deuda acordada y pagada desde 2006 a la actualidad se caerá porque el 7% de los fondos buitre que no aceptaron la quita fueron beneficiados por la justicia norteamericana a cobrar y embargar para conseguir el total. Fueron bonos basura comprados cuando el país estaba quebrado y ahora los cobran a precios exorbitantes; para quebrar nuevamente el país. Vieja y efectiva receta.

El consejo que viene del norte es simple: honrar las deudas sin objetarlas da futuro como país. Mientras, crecen algunos escándalos de corrupción para alentar el argumento de que sólo la fiscalización sobre la administración de Estado dará futuro a la sociedad.

Los caminos planteados en uno y otro caso recalan en un extraño discurso evangelizador. Los mandamientos morales dan paz y prosperidad para vivir, renacer o por lo menos soñar con la justicia divina. Dogmas de ovejas que pastan sin levantar la vista. Se trata de pagar sin mirar a quien ni por qué. Como consuelo se fiscaliza al pastor Estado mientras el patrón Mercado no se ve.

El extraño evangelio no evalúa si hay usura. Quien no paga las deudas no tiene honor y punto. Y quien no fiscaliza lo que hacen con sus impuestos no tiene dignidad. Para no ser una sociedad perdida, hay que pagar a los extraños y denunciar a los propios.

Sin embargo, aunque el país contara con el dinero para pagar la usura de contado y los templarios de la moral ejecutaran a los corruptos, hay otros síntomas de sociedad perdida.

En pleno centro de la ciudad balnearia de Mar del Plata una mujer que atendía un comercio casi mata a patadas a un niño de 6 años que intentó robarle exhibiendo un vidrio roto. El nene amenazó con su arma pidiendo dinero para comer. Pero fue reducido rápidamente y sacado a empujones a la acera, donde finalmente fue tirado al piso contra un árbol y se hizo una bolita. La mujer descargó su ira a patadas contra el niño que lloraba. Se salvó porque los transeúntes frenaron a la agresora, que con liviandad gritaba que quería "matarlo para que aprenda". El chico dolorido y ensangrentado se puso se puso de pie y se perdió como un fantasma entre los autos.

Más allá de la pregunta más íntima de qué siente una persona que patea en el piso a un chico de 5 años, el interrogante es mayor; y se remite a un sistema penal sostenido en la mera punición y el castigo. Es repetir como única respuesta a un delito una pena proporcional sobre la libertad de las personas que lo cometen. A más delito más penas. Las cárceles se atestan y siguen los problemas. Pero lejos de replantearse, el discurso se profundiza: el problema son los que quedan libres fácilmente o son aún menores para quedarse en los penales.

Con el argumento de que los delincuentes "entran por una puerta y salen por otra", la Argentina vivió hace poco decenas de hechos en los que vecinos indignados arremetían a golpes o querían linchar a malvivientes. Ese salvajismo fue llamado por algunos "justicia por mano propia por ausencia del Estado" o "cansancio social". Justificado por un aparato mediático y hasta por algunos funcionarios opositores.

Con ese escenario de fondo, un chico de 6 años, con hambre y frío, entra con una botella rota a un comercio a pedir plata. Y una mujer descarga en su pequeño cuerpo la rabia la inseguridad, la falta de justicia, la inflación, la corrupción y cuanta calamidad exista. Entiende que el niño encarna a la potencialidad más riesgosa de una sociedad en crisis, el ejército de no imputables. Y un sistema basado en la punición no da lugar para ellos. Lo quiso poner en su lugar, avisándole lo que le espera si sigue creciendo torcido. Como si la vida no le hubiera dado más golpes que los que sus costillas podían soportar.

Si un día fuera gobierno el rey Midas para convertir en oro las heridas abiertas de Argentina y decidiera pagar sus deudas y el manto moralista reinara sobre las instituciones públicas, el evangelio de la sumisión habrá fracasado igual. Porque no habrán quedado respuestas para un niño con un vidrio en la mano.

(*) Análisis publicado en el sitio www.cadenaba.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario